Todos los que visitan la bahía deberían viajar en uno de sus famosos tranvías, que tienes una larga historia. Los primeros (técnicamente trolebuses) capaces de lidiar con las empinadas laderas de San Francisco se introdujeron en 1873 y gozaron de un éxito instantáneo: hasta tal punto que rápidamente se inauguraron varias líneas nuevas. EL boom fue breve, pues pronto llegaron los tranvías eléctricos, más baratos; además el gran terremoto de 1906 causó graves daños en varias líneas. Hacia los años cuarenta, los viejos tranvías estaban en plena decadencia, ya que, para entonces, los autobuses eran capaces de superar las pronunciadas pendientes. Afortunadamente, una revuelta ciudadana provoco la conservación de tres líneas de tranvía, que se han mantenido hasta el día de hoy como una parte muy querida de la personalidad de la ciudad.
Las supervivientes son las líneas Powell-Mason, Powell-Hide y California, que ahora utilizan más los turistas que los habitantes de la ciudad. Un viaje en uno o más de estos espléndidos tranvías antiguos (¡preferiblemente colgado del exterior!) es obligatorio en cualquier visita a San Francisco. La Powell-Mason (línea 59) y la Powell-Hide (línea 60) recorren distritos residenciales, comerciales y turísticos (Union Square, ChinatownNorth Beach, Nob Hill, Aquatic Park y Fisherman’s Wharf). Comparten algunas de las vías y ambas utilizan tranvías de una sola cabacecera, parcialmente descubiertos, que dan la vuelta sobre unas plataformas rotatorias al final de cada línea. La línea 61 transcurre por completo en California Street: parte de una terminal en las calles California y Market, sube hasta la cima de Nob Hill y después desciende hasta la avenida Van Ness. Utiliza tranvías con doble cabecera con los extremos al aire libre y la parte central cubierta.
Para conservar todo el romanticismo, las tres líneas emplean tranvías originales restaurados o fieles réplicas de éstos; las vistas que se tienen desde ellos son las mejores de la ciudad.
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